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El diario de los mártires

Educando a súper héroes

¿Mi niño? Usted se equivoca. ¿Mi ñiña? ¿Y no se le cae la cara de levantar falso testimonio? Mi niña... ¿ que me va a decir a mi como es mi niña? Ese no es mi niño, mire bien en sus fichas, ya verá que una madre no se equivoca. ¿Cómo? Habrá tenido un mal día, pero ya quisieran muchos la condición que tiene mi niño.Toda mamá, en vez de tener un hijo cree tener un genio. Es lo normal, la carga genética, el dicho de ayer y de toda la vida: De “tal palo...”. Y es que ustedes ya saben que madres no hay más que una, pero padres..., lo de los padres ya es otra cosa. En el fondo es como si todas hubiesen tenido una aventura con Superman, algunas con Albert Einstein y las menos con Camilo José Cela, claro que antes de conocer a Marina Castaño, marquesa de Iria Flavia (Le pongo el título porque me da la gana. ¿No repartieron otros, con gobiernos más ilegítimos que el mío, duquesados de Franco, marquesados de las pocas perras y otras lindezas dignas de olvido?). Y además últimamente me cae hasta bien: eso de quedarse dormida en los pseudo actos académicos de los que nos guarde dios dice mucho en su favor, eso era cosa que hasta ayer –y hoy- estaba reservada a reyes y arzobispos. Con la democracia España ha cambiado mucho.Decía madres porque ellas son, ya lo he dicho, las que dan la cara y además, las únicas que tienen el conocimiento exacto del origen del bicho. Digo madres, aunque no sea lo políticamente correcto porque los padres, mayormente se dedican a sus labores, que no coinciden con las de Luis Aragonés, pero casi. Claro que el Sabio de Hortalezas falla mucho y los otros hacen lo que pueden.

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