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El diario de los mártires

De vocación vigilante de recreos y de playas

 

Don Fungencio Arias Navaro es maestro de vocación. Sí, Arias Navarro, como aquel prócer de la política española que se hizo famoso por el “Franco ha muerto”. ¡Qué güay quedaría de reclamo en los móviles de la España real! Sería un éxito entre los nostálgicos. Sí, aquél de las gafas, casi todos los maestros las tienen, debe de ser porque los libros afectan a la salud, está comprobado. Ese que se está comiendo el bocata a pie de patio. ¿Lo ves? Bocadillo de chorizo y papel albal, que se decía antes del aluminio. Sí, el único que ha tirado la bolita del papel plateado a la papelera y no se ha puesto a jugar con ella. Está claro, si tiene hasta pinta de maestro. A los maestros y a las maestras se les conoce, es como si lo llevaran tatuado en la frente. No son tatuajes, son tatoos, que eres muy antiguo. Es un tío triste. Lo habrá dejado su mujer. ¿O los maestros no tienen mujer?  Si tiene mujer será otra maestra. Dios los cría. Y en casa hablarán de cosas de maestros y maestras. Y pondrán verde a los niños. Y a las niñas las pondrán que no habrá por donde cogerlas. Pues ya ves. Ahí lo tienes, desayunando a la intemperie. No parece ni que sienta ni padezca. Cada vez tiene más pinta de guarda jurado. Le falta el uniforme y un parche amarillo en el brazo un poco antes del hombro. Un recreo sí y otro no guarda el patio casi como si fuera suyo. Vigila vigilante que los patios de recreo son tuyos, hubiera cantado en estos tiempos El Fari. ¿En qué pensarán los maestros y las maestras mientras hacen guardia en el patio?  Ellas también hacen guardia, no se quitan ni la bata, ni el babi siquiera, es como el elemento diferenciador. Se meten las manos en los bolsillos y a mirar que te crió. ¿Qué tendrán las maestras en esos bolsillos? Me muero por saberlo. Llaves, seguro que son llaves, las maestras siempre tienen muchas.

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