Modelo no es lo mismo que modélica. Modelo no es cualquiera; ahora está de moda superar una ecuación sobre la masa corporal, en la que la incógnita es una persona enferma, para saber quienes pueden serlo. Será para evitar que los huesos desvíen la atención del personal.
La clase de 1º X no era una cosa excepcional, una de tantas, muy normal, casi modelo, que no modélica. Son niños en algo más de un cincuenta por ciento y niñas unas cuantas menos. A estas edades todavía no hay cambios de sexo pero todo se andará, es cuestión de meter una disposición adicional donde haga falta. Tampoco nadie ha manifestado que quiera cambiar de acera. Y además esas cosas pertenecen a la intimidad y no se pueden preguntar en las fichas personales y encuestas de reconocimiento inicial. La religión tampoco. El número de la VISA sólo en algunos sitios: en los privados siempre; en los concertados con reservas. En los públicos la cosa es gratis total, aunque no tanto como aquellos viajes de la ministra. ¿Gratis? Es un decir. En los públicos y los concertados pagamos todos, hasta los que no vamos. Es decir, todos los que no podemos defraudar.
Desorden de lista
Los alumnos se han sentado por orden de lista tal y como ha dicho el Jefe de Estudios en la presentación del curso en el salón de actos. Todos salvo los más listos, usted ya me entiende. Estos listos se han sentado al final para poder dominar el universo de la clase. Es un modo de ir marcando el espacio, como los perros de mis vecinos con los árboles y las farolas. Unos sacan sus animalitos a hacer sus guarrerías a la calle y otros llevan al colegio a sus hijos más perros soñando que un pobre profesor los entretenga y se joda. “Va en el sueldo”. Y así será.
Los padres de M.M.M. creen que la enseñanza sirve para algo y han acompañado a su niño hasta la puerta del aula, o de la “jaula”, como algún espabilado ha rectificado sobre en el rótulo. Los padres de M.M.M. se han presentado al profesor. Parecían los fantasmas de los padres perfectos. “Confiamos en usted”, han dicho con voz alta y clara. El profesor los ha mirado como si fuesen extraterrestres. “¿De dónde habrán salido?”, se pregunta admirado. M. es un niño callado que habla a sus profesores de usted y que a las primeras palabras ya ha sacado sus libretas y sus libros y los dispone sobre la mesa, con un orden de niño que espera ser feliz y aprender en el intento. M. lee con una cadencia hermosa haciendo las pausas donde debe y respirando con precisión. M. tiene una mochila con la marca Repsol YPF reluciente en la solapa. Sus compañeros, los listos, ya han dicho de él que debe ser marica porque sabe hasta leer. Y después están la voz y el orden. Ninguno de sus compis de aventura escolar sabe siquiera dónde está Bolivia, dónde las calles que hasta casi ayer eran su casa y su hogar.
El profesor observa que el pasillo se ha llenado de mochilas que hacen casi imposible el paso. El día empieza con dos retrasos. Pedrito Raúl, el Bechkan , que se ha lesionado y que lleva un yeso en su pierna izquierda, su arma más potente en los campos de juego. Pedrito se labra su futuro en los campos de entrenamiento del equipo local. Su padre busca representante para incorporarlo al mundo real. Ya lo tiene casi apalabrado. Ya sueña con la ficha multimillonaria. “¿Y esto de la escuela para qué es? ¿Ha visto alguna vez a un maestro hacerse rico?”, recordó con razón en una reunión de padres. Pedrito ha tenido que subir los dos pisos a la pata coja valiéndose de la muleta y jugándose la vida en cada escalón. En el centro no hay ascensor. Y menos mal que viene con muletas que si llega a venir en silla de ruedas... En este centro y en muchos la eliminación de barreras es pura teoría. En casos así el Jefe de Estudios termina apañando un cambio de clase y se acabó.
Retrasos y mochilas
El otro retraso es de Maripili, que es la niña con la mayor mochila de la clase. ¿Qué llevará en ese bulto que está a punto de romper su columna vertebral? Maripili anda con decisión, con el cuerpo ligeramente encorvado, lo justo para que la mochila no la tire de espaldas. Todos la miran y se muestran comprensivos. Se sienta, no sin hacer más de una maniobra para hacerse un hueco entre la mochila y la pared, y saca un estuche con lápices de todos los colores y formas. Al rato de bucear en los fondos marinos de la mochila levanta la mano y advierte que ha olvidado el libro de Lengua. “No se preocupe, hoy no le hará falta”, le replica el profesor, que hace una pausa en su repaso de los puentes que vienen. “Gracias a dios”, se dice para sí Maripili que respira aliviada. Lo siguiente hubiera sido alertar a mamá vía móvil para que se lo trajese de casa. Mamá diariamente le acerca también dónuts recién hechos a la hora del recreo. Mamá es un sol.
En 1º X está un primo de uno de los niños payasos de Juan Ymedio. Juan, polifacético presentador de televisión, hace un programa en Canal Sur Andalucía, en el que los niños demuestran lo graciosos y espontáneos que pueden ser cuando todo está preparado. El primo lo anunció al mundo en cuanto puso el trasero sobre el suelo firme de su pupitre:”¡Qué gracia tiene mi primo! Mi primo toca el tambor y yo soy su representante en esta tierra”. Ha prometido que traerá fotografías del susodicho dedicadas para sus fans, seguidoras y resto del personal.
Desirée, que ha asegurado que su nombre se escribe así porque se lo ha dicho su mamá (y si la madre lo dice...), le ha preguntado por cuánto cobra su primo en televisión. “Eso es confidencial”, asevera con rintintín. “Ni tú eres su primo ni ná”, le ha replicado. Desi de mayor quiere ser esteticista.
El profesor ha empezado a hablar con garbo de caballero de la legión española: “Hoy empieza un día importantísimo en vuestras vidas, un día que no olvidaréis nunca...”
-Maestro, aquel niño me ha tirado algo. –Refunfuña una de las niñas con una bolita de papel pegada en el cristal de sus gafas.. La clase acaba de empezar.
En fin, ya sabe, si conoce o ha vivido alguna experiencia singular en el mundo de la enseñanza, y quiere verlas reflejadas en esta columna, se agradecerán en manbernal@eresmas.com