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El diario de los mártires

Una clase aconfesional en España

Mariam va con velo a clase. Es su seña de identidad, ella lo ha elegido, el que lleva ahora es un regalo de su abuela que vive en Alhucema. Su mamá, hacendosa y servicial también lo lleva. Mariam está aprendiendo a preparar el té mientras sus hermanos y sus primos ven el fútbol en televisión. Es la costumbre, ellas laboran mientras ellos se rascan lo que pueden. Mariam en casa apenas habla, porque en su mundo lo que pueda decir una mujer tampoco importa mucho. En fin, para lo que hay que decir igual también es lo mejor, es lo que dice su abuela y debe ser verdad. Mariam llegó a España dentro de un programa de reagrupamiento. Su papá lo intentó una vez en la línea regular de pateras que cruza el Estrecho pero la Guardia Civil por gentileza del Gobierno le facilitó el viaje de vuelta. Lo intentó de nuevo oculto en una atracción de feria entre los muñecarros con pinta gore de la Casa del Terror. Llegó embadurnado en excrementos de gallina porque hay quienes dicen que los perros de policía detestan este olor. Después de varios empleos en precario el papá de Mariam, que es de familia de posibles, reunió lo que pudo y montó un locutorio con cíber. Las cosas les van bien y Miriam va a clase en un colegio público en España. Mariam asiste a clase con pañuelo y es de las más listas de la clase. Como tiene una voz clara y bonita a ella lo que le gustaría es ser recitadora profesional del Corán, una pena que no viva en Marruecos donde seguro que llegaría a ser tan famosa como Bisbal en el programa Talentos.

Super católico

Pedro, espera ser de mayor hermano mayor de la cofradía de su parroquia. Para mostrar su fe acude a clase con una reproducción de la cruz de guía de su hermandad colgada del cuello, le molesta un poco en clase de Educación Física pero asume que el sufrimiento bien entendido puede ser hasta camino de salvación. Pedro tiene todos sus cartapacios forrados con las imágenes titulares de su vocación. Por sus inquietudes lo conoce todo el mundo como Pedrito Cruzdeguía. El pupilo no pierde ocasión de mostrar sus inquietudes y en cuanto le piden una redacción libre escribe un pregón con los ripios de rigor. Y siempre que puede lo lee en clase como si estuviera en trance sobre el escenario del teatro de su pueblo. A mamá y papá se les pone el vello de punta. ¡Qué listo que es mi niño! Como el Reglamento Orgánico de Funcionamiento no lo prohíbe (y si lo prohibiese ya lo autorizaría el Ministerio) acude a clase con su túnica de nazareno, su cinturón, sus alpargatas de esparto y su capirote. Lo que más le gustaría del mundo sería ordenar la clase, no del modo anodido y alfabético que sigue el agnóstico de su maestro, sino por orden de estatura y como si aquello fuese una cuadrilla de costaleros.

Monje de futuro 

Jorge viste su túnica azafrán desde que sus padres cayeron en la cuenta de que su niño, bien pelado y bien arreglado, se parecía al maestro Gyalwa Jampel Gyatso, el octavo Dalai Lama. Estan tramitando los permisos oportunos para que al pequeño Jorge –la verdad es que ya tampoco es tan pequeño- le diagnostiquen la reencarnación que suponen y se convierta en un monje hecho y derecho. Si no fuera porque los chinos sólo quieren fabricar  perritos pilotos y piensan que estas cosas de la espiritualidad sólo dan problemas y perversión, el niño ya tendría correctamente identificado su ascendiente espiritual. Mientras llegan los permisos sus padres lo llevaron a Barcelona para ver al Dalai Lama. Pagaron veinte euros por calva y salieron de allí con una paz interior que todavía les dura. Consciente de su futuro Jorge ha propuesto hacer el viaje fin de ciclo al Tíbet. Don Enrique, que es como se llama el santo maestro intercultural que los instruye, advirtió al futuro monje y compañeros que eso dependería del número de cajas de mantecados y polvorones que vendiesen. A más cajas más kilómetros. Mariam protestó porque estos dulces estaban hechos con manteca de cerdo y que ella de pecados los precisos. Se aclaró todo cuando un comercial del fabricante aclaró que eso era antes, mucho antes, que ahora la manteca no la veían ni en pintura. Y si no que se leyeran la composición y que ya verían. Claro que eso de leer no lo hace cualquiera.

Pon un judío en tu vida 

Efraín está sentado en el primer pupitre de la clase. Cuando escribe la fecha, el maestro la exige en la cabecera de las páginas en las que trabajan cada día, anota “2 de cheshvan de 5768”. Ni sus compañeros ni el maestro saben muy bien lo que significa pero él sigue a lo suyo, es según parece como cuenta su dios. Efraín de mayor quiere ser rabino y estudiar las escrituras y hacer de la Torah su vida. Para ir haciendo cuerpo acude a clase de judío ortodoxo y vestido de negro saino y cubriendo su cabeza con la kipa. Con el mismo propósito los cuatro pelos o menos que tiene en la cara los ordena y acicala para la oración. A la hora del desayuno Efraín se toma una cocacola y un donut, algo que es tradición en casa. Debe ser su ofrenda a otros dioses de nuestro tiempo.

Otras confesiones Johny viste impecable de marcas y se mueve con la gracia de los actores de Holliwood en la alfombra roja de los Oscars. Sus progenitores se han inscrito como miembros de la Cienciología. El orden alfabético lo ha sentado junto a Lola que es hija de una familia cubana que llegó a España por intercesión de un primo -un morenito de buen ver- que se lió con una actriz española bajo mínimos. Lola asiste a ritos de santería cuando sale del cole para no perder sus raíces. Hoy se ha traído a clase para las prácticas una gallina que aguanta como puede bajo el pupitre.  Don Enrique ha pensado que visto el animal y lo nervioso que está –será consciente de su futuro- podría aprovechar la clase para explicar algo de historia natural y de la evolución de las especies, aunque no sabe si los padres de Antonio, que se proclaman deterministas, habrán objetado como prometieron a inicio del curso. “Mejor lo dejamos para otro día”, ha pensado, no vaya a ser que me caiga una denuncia por atentado contra la libertad de conciencia.

Los ciudadanos educados van al infierno

 Y dijo Dios: “Creced y multiplicaos”. Seguramente que lo diría en inglés. Es de suponer que los Estados Unidos de América ya tenían –al principio de todo, cuando el gran momento- fuerzas de ocupación desplazadas en el sitio. Pero la cosa no sería fácil, lo de “multiplicaos”, quise decir. Pero fíjense, que a pesar de las dificultades y de los inconvenientes, sin que se sepa muy bien el porqué, al fin y al cabo una onza de chocolate dicen que genera el mismo placer que lo que ya saben, los hombres se multiplicaron, y posiblemente siguiendo una ley inversamente proporcional a su riqueza; es decir, a más pobreza más chiquillos, a más bienestar económico menos, quien sabe si no todo sería para el “ganarás el pan con el sudor de tu frente” estuviera como más repartido. Pero todo evoluciona, hasta la especie humana, aunque no se lo crean. También supongo que saben que eso de ser ciudadanos no siempre fue así, y que hubieron de pasar muchos días y muchos siglos para que estas libertades que ahora nos tomamos fueran como son que antes hubo muchos siervos, más súbditos y sobre todo muchos pecados, y tras los pecados las hogueras, que todo lo santificaban, lo mismo libros, que almas que...Claro que aquello tenía sus ventajas y por no haber no había ni la preocupación de todo mortal por la cabalgadura del euromibor que hoy nos acojona. Pues fíjense que a pesar de todo eso, con el rechazo manifiesto de la curia y de la aristocracia llegó un día –es verdad que tuvieron que rodar algunas cabezas- en el que los hombres y las mujeres se convirtieron en ciudadanos. Ciudadanos capaces lo mismo de comprar en un supermercado que de creer en cosas que ni siquiera se ven, personas humanas con derechos y deberes civiles y políticos.Fue tiempo después, cuando el Índice de los Libros Prohibidos se había quedado desactualizado para dolor de barriga de algunos, que todo hay que decirlo, cuando un niño con pinta de hereje, se acercó a su papá y le preguntó: -¿Papá, Súper héroes  existen?-No hijo, eso es inventado, como un cuento, ya sabes...-¿Y dios, papá?-No sé, hijo, eso es difícil, pregúntaselo a mamá, seguro que ella...            El buen padre se quedó pensando en qué cosas aprenderían en las escuelas de hoy para que su niño, ese santo, tuviese la osadía de preguntar cosas así. Y menos mal que al niño le dio por buscar a mamá; esa santa de la conciliación de las vidas laboral y familiar estaba, como mandan los cánones, leyendo en el Marca la crónica del último encuentro de Rafa Nadal. El tenis está haciendo mucho en la lucha en favor de la paridad en la lectura de diarios deportivos.-¿Mamá... mamá, pero por qué no me echas cuenta? ¿Mamá, Dios está también en los supermercados?-¿Perdón...? –Inquirió desconcertada y ensimismada en los raquetazos.-Que si Dios está también en el supermercado.-Sí, mi vida, Dios está en todas partes, o no te lo dijeron en clase de Religión. –Dudó la madre sin apartar la vista del muslamen de Nadal.-Mamá, ¿Y cuando llegue al infierno podré seguir viendo “Gran Hermano”?-¿Y quién te dijo que irás al infierno?  -Preguntó con inquietud la sabia conciliadora-.-Me lo dijeron. Qué más da. ¿Y en el infierno todas las personas son homosexuales?            La mamá aturdida no cogía muy bien la onda y no sabía por donde se movían las neuronas de su niño. ¿Será eso lo que llaman la “imposición de una ideología de género?”, iba pensando la pobre mujer mientras intentaba alguna salida sin demasiado éxito. -¿Y Dineneyland, mamá, está en la gloria o en el infierno?  ¿Y supermercados, hay supermercados en el infierno? Mamá, yo no quiero ir al infierno, que no, que no me apetece, que me voy a aburrir, que tú el calor me sienta muy mal, que no lo soporto. ¿Y habrá aire acondicionado? ¿Y si me quemo? No lo veo claro mamá, deberías objetar.            Sin entenderlo del todo la mamá siguió el fluir del discurso de su niño esperando acaso la luz del final. Todo túnel la tiene. Hasta las negociaciones Iglesia-Estado: un poco de presupuesto aquí, otro poco allá y todos al limbo.-Mamá ¿y los moros y los negros van también al infierno? Mamá, el infierno será muy grande ¿verdad? Y entonces el niño empezó a llorar suplicando no ser un desgraciado, un alma en pena de esas que un día se retratan sin querer para que Íker Jiménez la saque en “Cuarto Milenio”. La foto, no confundan.Y lloró, y lo hizo tanto, que las lágrimas lo anegaron todo hasta cubrir el libro de “Educación para la ciudadanía”. Y fue entonces cuando mamá lo entendió todo, y se hizo la luz. Y recordó que monseñor Cañizares, ya había dicho que colaborar con esta asignatura era ponerse del lado de las “fuerzas del mal”. Y pensó quemarlo, que fue uno de los métodos que usaron los del bien tiempo atrás y siempre que pudieron, y sustituirlo por un buen tomo de uno de esos best seller que vende César Vidal. Y sintió el placer del pensamiento correcto. Y se puso manos a la obra cuando supo que “sólo los objetores no irán al infierno”. Y se prometió que haría objeción de conciencia, que nada bueno se puede aprender en una asignatura que se llama de esa forma, que qué se han creído estos, que les da una la mano y te quieren coger el brazo entero, que empiezan así y se cargan la familia, que no son de fiar, que les deja una los niños esperando que los hagan hombres de provecho y te los hacen un trapo, que mejor siervos y siervas de Dios que ciudadanos. Y ciudadanos educados menos. ¿Pero quiénes se creyeron estos que les dio el permiso para proclamarse educadores de nadie? ¿Quién los eligió?Y de pronto en su mente de santa madre veía hileras de niños apagados y tétricos por los pasillos del colegio. Y las calles se llenaban de ellos, y los pasillos parecían ríos de tristeza y desesperación. Y llenos los pasillos los veía deambular arriba y abajo, sin norte alguno, desorientados, con los ojos cansinos y la mirada perdida en el horizonte, tristes, sin alma, con una cruz grabada a fuego sobre su frente de educados en Ciudadanía; la misma cruz que presidía la puerta de acceso a aquella clase en la que los educaban para el infierno. Debe ser que la historia siempre se repite. Malditos y sin gloria, adoctrinados por las fuerzas del mal, manipulados, tanto que desde muy chicos empezaban a notar el calor del fuego que los consumiría en los pies y las piernas, mientras se les iban enrojeciendo por los efectos del calor. Y eras niños sin don, pecadores, víctimas de sus padres, con la piel acartonada del hambre, sin moral, al servicio del diablo. ¡Dios se apiade!  http://diariodelosmartires.blogia.com 

Mi vecina ha aprobado las oposiciones

Mi vecina ha aprobado las oposiciones de magisterio, del latín magisterium,  maestro, jefatura. Con estas reminiscencias etimológicas se hace más que obvio que eso del latín es una lengua muerta. Les decía que mi vecina las ha aprobado. Por méritos propios. Nada de enchufes. Creánselo. No pasa todos los días pero alguna vez hay alguien que las aprueba. No es ciencia ficción. Y apunten: no era ni interina. Una mirla blanca. Ahora, en el intento se ha tirado los últimos doce meses sin levantar los codos de una mesa que se compró en Ikea. “Tengo callos en el culo”, me dijo. Y les puedo asegurar que almorranas, aunque las sufre en silencio. Y no piensen mal; si lo sé es porque un día coincidimos comprando una caja de esas toallitas de Hemoal que anuncian en la tele. Y esas cosas unen, de veras. Eso sí, Hemoal aparte –consulte con su farmacéutico- está más feliz que unas pascuas, tanto que se ha bajado para su móvil el “Mardito Ernesto” que las “feas” han convertido en canción del verano. Pobre Georgy Danm, después de cagarse en todo y de tanta diarrea mental que vengan unas feas y le quiten el premio. Habrá que decir también que mi vecina es soltera, que la compra la ha hecho por solidaridad, por mimetismo, que dirían los modernos. Mi vecina, bendita hembra, se ha convertido así en una aspirante a mártir aún a sabiendas de cómo está la gloria, o el infierno, según y quién. Una santa. Virgen no, que eso, desde un novio que tuvo en la universidad todo apunta a que no pasaría la prueba del pañuelo ni la del algodón. Ni falta que le hace.

Un mes de celebraciones

En cualquier caso lo importante ahora es que ha aprobado y que está de un contenta que lleva un mes y pico de celebraciones, lo mejor, por lo menos para los demás, es que se pasa el día invitando a cuenta de los sueldos que vendrán. Por lo pronto se ha gastado los ahorros que tenía y para aguantar hasta septiembre, hasta que le paguen la primera nómina, se va a pedir un crédito rápido de esos que anuncian en la tele y que te sacan, además de los intereses los ojos. Ahora, está que no cabe porque le han regalado un despertador digital que le va a venir como anillo al dedo para no llegar tarde a clase.Claro que ella, ahora que va a tener un sueldo para toda la vida, como los de Nescafé pero sin tener que ponerse de cafeína hasta las orejas, cree que eso no es problema, que en un par de años encuentra a otro del gremio, la endogamia en la profesión es casi tan alta como entre las familias reales europeas,  y todo arreglado, pura felicidad, por lo menos hasta que algún juez los separe.Uno, que ya es viejo en el oficio, le ha advertido que antes de que la profecía se cumpla ha de pasar la fase de prácticas. Una vez llamó a uno de los teléfonos de Rappels y le dijeron que terminaría enseñando cosas al mundo. Y aunque ella al principio creyó que acabaría de novia de Paquirrín y que la retratarían para Interviú, después cayó en la cuenta de que la profecía tenía que ver con su vocación. Ahora ha de pasar un periodo de pruebas, y eso, una muchacha como ella, una santa, que los niños igual terminan diciendo que es tonta, que en este mundo se confunde todo, igual no lo pasa. La cosa no es fácil, cada vez está más difícil, hasta es aconsejable que se prepare psicológicamente para lo peor; y lo peor es una horda de niños dispuestos a comérsela como si fuera un paquete de gusanitos, y además habrá de superar el trago de una comisión que sentenciará si es apta o no. Y ser apta significa tener capacidad para sobrevivir en un medio inhóspito al que no es fácil acostumbrarse, y que eso no hay psicólogo ni psiquiatra que te prepare y menos que lo consiga. Y si no fíjense en las cifras de bajas por ansiedad y por depresión que no tienen parangón en otras profesiones. “El síndrome del profesor quemado puede acabar contigo antes de que rellenes una pizarra -le he dicho- ¡Qué es de veras! Créetelo, que la cosa está muy mala”. Pero ella ni caso, sigue con lo suyo, cegada por el éxito. Pero la pobre no se imagina lo que le espera. Tener que competir con Los Algo o con Doraimon, el gato cósmico y sus artilugios, ella, que de cacharros no entiende nada, que aprender a manejar el móvil le ha costado hasta clases particulares, y que en esta vida no ha hecho otra cosa que estudiar e irse de botellona de higo a breva. Por no saber no sabe –como se decía antes- ni freír un huevo ni desatascar el fregadero. “Para eso están los fontaneros –dice mientras sonríe-. Y además, siempre existe la posibilidad de que caiga algo, que esto de los hombres está muy malo, que es como si a todos los hubiesen contratado para las telenovelas y pare usted de contar”, ha asegurado y se ha quedado como una maestra a las dos de la tarde.

Para toda la vida

Mi vecina ha aprobado y eso es noticia en el bloque en el que vivimos. De un momento para otro se ha convertido hasta en un buen partido. Ella, que empieza a vislumbrar las posibilidades que se le abren ante sí, que va haciéndose cargo de nuevo mundo que le espera después de mis muchas advertencias, ha pensado que lo mejor para prepararse es apuntarse a una terapia de grupo en la que la prepararán para afrontar psicológicamente el día H. Y además se ha comprado un par de manuales de pedagogía y se ha suscrito al Teleprograma, porque “hay que saber de qué se alimentan las fieras,” y un ordenador portátil por si le toca en un centro T.I.C., que son esos en los que hay niños, videojuegos y maestros. Maestras también, como ella.“Una lotería”, “para toda la vida” son las frases que más ha escuchado en los últimos días, ni en la ONCE hacen esos regalos. Aunque eso ya nunca se sabe, ya ni las ligaduras de trompa lo son para siempre. Todo es reversible. ¿Quién sabe si un aspirante a gobernante de estos que llegan a La Moncloa, termina haciéndose eco de las consignas de un profesor Barea al uso y empieza por decir que se acabó, que el presupuesto no da para más, que España no puede, que los bancos y sus amigos están perdiendo beneficios, que… En fin, que ya  nada es para siempre y lo de funcionario tampoco. Ya veremos en qué queda.

Educando a súper héroes

¿Mi niño? Usted se equivoca. ¿Mi ñiña? ¿Y no se le cae la cara de levantar falso testimonio? Mi niña... ¿ que me va a decir a mi como es mi niña? Ese no es mi niño, mire bien en sus fichas, ya verá que una madre no se equivoca. ¿Cómo? Habrá tenido un mal día, pero ya quisieran muchos la condición que tiene mi niño.Toda mamá, en vez de tener un hijo cree tener un genio. Es lo normal, la carga genética, el dicho de ayer y de toda la vida: De “tal palo...”. Y es que ustedes ya saben que madres no hay más que una, pero padres..., lo de los padres ya es otra cosa. En el fondo es como si todas hubiesen tenido una aventura con Superman, algunas con Albert Einstein y las menos con Camilo José Cela, claro que antes de conocer a Marina Castaño, marquesa de Iria Flavia (Le pongo el título porque me da la gana. ¿No repartieron otros, con gobiernos más ilegítimos que el mío, duquesados de Franco, marquesados de las pocas perras y otras lindezas dignas de olvido?). Y además últimamente me cae hasta bien: eso de quedarse dormida en los pseudo actos académicos de los que nos guarde dios dice mucho en su favor, eso era cosa que hasta ayer –y hoy- estaba reservada a reyes y arzobispos. Con la democracia España ha cambiado mucho.Decía madres porque ellas son, ya lo he dicho, las que dan la cara y además, las únicas que tienen el conocimiento exacto del origen del bicho. Digo madres, aunque no sea lo políticamente correcto porque los padres, mayormente se dedican a sus labores, que no coinciden con las de Luis Aragonés, pero casi. Claro que el Sabio de Hortalezas falla mucho y los otros hacen lo que pueden.

Profesor deprimido y con el rabo entre las piernas

En el despacho del director la niña, la mamá, el maestro guarda accidental de la obra... y papá, el buen hombre tiene una sobredosis de teleseries en vena. “¡Contigo me las quería yo ver!”, vocifera como si todos fuesen sordos.Al triste profesor le dio tiempo a quitarse las gafas y mostrar su cara de iluso. Esa mañana se llevaría a casa, además de su vocación, una ristra de ostias y una tanda de patadas. “¿A mi niña, a mi niña la vas a tocar tú!  No tienes güevos!” Y la princesita se sintió feliz y protegida. No entendió muy bien, pero papá había ganado la batalla. Papá era su héroe, el maestro el dragón rematado y quejumbroso sobre el suelo. Fulanito de tal, provisto de su correspondiente DNI denuncia que, zetanito de cual y maestro en el Colg... ha maltratado esta mañana a su hija, a la que ha arrastrado por el patio contra su voluntad.Zetanito de cual, con DNI y número de la Seguridad Soc..., ha sido atendido en urgencia, presentando fractura del tabique nasal, hematomas en rostro y abdomen, y contusiones de carácter leve en brazos y piernas. El paciente presenta cuadro de ansiedad y alteración nerviosa pendiente de valoración. Otro mártir pendiente de llevar a los altares.

Profesor al rescate, padre al ataque

La niña, que como todos los niños que se precien es un diablo con patas, traspasó las cintas de colores que separaban el patio de la obra decidida a ser feliz, a saber qué había de nuevo en el lugar. “Una losa, dos, cemento, qué ilusión”. “Niña, que no se puede pisar”. “Este es mi colegio y voy donde me da la gana”. “Niña, que te vas a hacer daño, que este no es un sitio para jugar”. “Llama a los maestros Juan que esa niña nos va a traer problemas”.-Anda Fulgencio, te tocó. –Ha dicho la directora por imperativo legal. Le tocó rescatar un angelito que está donde no debe.-Venga, sal y vete con tus amigas. -¡Mis amigas son unas pavas! –dijo ella refunfuñando. ¡Y a mí me deja so pesado, me tiene manía! ¡Qué hartura de maestro.-¡Eh... no pises ahí, que está fresco!-Venga, venga, acompáñame”. –El  maestro guardia jurado invitó a la aprendiza  de albañila a abandonar la obra. -Quita, que yo tengo de Reyes el play constructor y sé lo que me hago. Que me deje, so pesado.  El guardia de la obra pone una sonrisa y toma de la mano a la pupila. La mamá, abnegada persiste en sus labores. En el reparto de tareas le tocó ser mujer y tiende en el cordel los calzoncillos recién centrifugados de papá. Su hombre, el rey de  la creación. “Mi niña por dios, qué le está haciendo ese maestro a mi niña”. Del cuarto D a la tierra llega en un pis pas. “Que lo cojas coño, que lo cojas coño, o es que no te enteras”. En el terminal de su esposo suena la voz corralera de Belén Esteban como timbre. “¿Me oyes?, que te vengas, que un maestro... que lo he visto yo, ha arrastrado a la niña por todo el patio. ¡Que mala sangre hay que tener!”Y papá presto y servicial, se trata al fin y al cabo de la educción de su niña, deja la caña y el pincho a medias sobre la barra del bar y pone la sirena y se mueve a toda pastilla por la ciudad. Un semáforo, otro... Una urgencia es una urgencia. “Lo que digas mi amor. ¿A mi niña, a mi niña? ¿Dónde está el mal-nacido que ha maltratado a la niña de mis ojos? ¿Y aquí quién es el director?”

Alimento para animales con recreo

Mamá tendió sobre el tendedero mecánico su wonderbrá lavado con Norit y enjuagado con mimo en agua tibia. Desde el piso número 4, letra D, se veía el patio del colegio. Unos albañiles cambiaban en uno de los laterales unas baldosas que llevaban por lo menos cinco años esperando el cambio.  “Prohibido el paso a toda persona ajena a la obra”. Lectura comprensiva. Los niños y las niñas lo habían leído sílaba a sílaba, con alguna dificultad, pero con poco o ningún éxito. “Saca la idea principal del texto”. Había propuesto el profesor. Sólo un niño escribió algo en su cuaderno: “Que no pases tío. ¿O es que no te enteras?”La sirena llenó el patio de niños enganchados al donuts, el bollicao, los emparedados de pan Bimbo y a las magdalenas Ortiz (Nada que ver con doña Letizia). Además de los niños hay media docena de maestros, entre los que está don Fulgencio, y un puñado de gorriones. Los gorriones tienen problemas de colesterol y las hormigas sabor al chocolate del loro, hacen su recolecta bañadas en cacao industrial y conservantes. Por el agujero del donut se ve la vida de otro color. El pan de molde se pega al cielo de la boca y a los comensales se le forman bolas imposibles de tragar. Los maestros escrutan el espacio vital en el que se mueven sin orden ni compás doscientas cuarenta bombas de relojería en movimiento que a medida que pasan los minutos se multiplican por dos. O por tres si no más. Eso sólo lo saben los maestros que hacen guardia de recreo. Una gozada. Va en el sueldo, exiguo pero sueldo. Los padres, salvo excepciones, saben que su hijo,  es un ángel. Un ángel que necesita otro de guardia, un centinela, una sombra.  ¿Se acuerdan de aquel niño que se ahogó cabeza abajo en una papelera? Los maestros todavía están vigilando y no se lo creen. Pero pasó. Siempre termina pasando algo.Mamá termina de tender sus bragas a conjunto con el sostén: “¡Esa es mi niña, no hay más que verla. No es lista ni nada. Como su madre. ¡A quién se va a parecer si no! ¡Qué gracia tiene!”

De vocación vigilante de recreos y de playas

 

Don Fungencio Arias Navaro es maestro de vocación. Sí, Arias Navarro, como aquel prócer de la política española que se hizo famoso por el “Franco ha muerto”. ¡Qué güay quedaría de reclamo en los móviles de la España real! Sería un éxito entre los nostálgicos. Sí, aquél de las gafas, casi todos los maestros las tienen, debe de ser porque los libros afectan a la salud, está comprobado. Ese que se está comiendo el bocata a pie de patio. ¿Lo ves? Bocadillo de chorizo y papel albal, que se decía antes del aluminio. Sí, el único que ha tirado la bolita del papel plateado a la papelera y no se ha puesto a jugar con ella. Está claro, si tiene hasta pinta de maestro. A los maestros y a las maestras se les conoce, es como si lo llevaran tatuado en la frente. No son tatuajes, son tatoos, que eres muy antiguo. Es un tío triste. Lo habrá dejado su mujer. ¿O los maestros no tienen mujer?  Si tiene mujer será otra maestra. Dios los cría. Y en casa hablarán de cosas de maestros y maestras. Y pondrán verde a los niños. Y a las niñas las pondrán que no habrá por donde cogerlas. Pues ya ves. Ahí lo tienes, desayunando a la intemperie. No parece ni que sienta ni padezca. Cada vez tiene más pinta de guarda jurado. Le falta el uniforme y un parche amarillo en el brazo un poco antes del hombro. Un recreo sí y otro no guarda el patio casi como si fuera suyo. Vigila vigilante que los patios de recreo son tuyos, hubiera cantado en estos tiempos El Fari. ¿En qué pensarán los maestros y las maestras mientras hacen guardia en el patio?  Ellas también hacen guardia, no se quitan ni la bata, ni el babi siquiera, es como el elemento diferenciador. Se meten las manos en los bolsillos y a mirar que te crió. ¿Qué tendrán las maestras en esos bolsillos? Me muero por saberlo. Llaves, seguro que son llaves, las maestras siempre tienen muchas.